Desde su origen, la Fundación Comercio ha querido ser mucho más que una institución al servicio de un sector. Nacimos con la vocación de dar valor al comercio como motor económico, sí, pero también como uno de los pilares esenciales de la vida en nuestras ciudades y pueblos. Y esa vocación no solo permanece intacta, sino que se renueva con más fuerza que nunca. 

El comercio es una forma de vivir, de relacionarnos, de construir comunidad. Es empresa, es trabajo, es impulso económico, pero también es cultura, identidad, historia y, sobre todo, presente. En nuestras tiendas y mercados se entrecruzan generaciones, ideas, emociones y valores. Allí se dibuja el pulso de la sociedad, y es desde esa cotidianidad donde el comercio se revela como un agente activo de transformación.

No podemos permitirnos que este tejido desaparezca ni que se diluya su importancia. Porque sin comercio, las calles se apagan. Sin comerciantes, los barrios pierden alma. Nos enfrentamos a retos complejos: la globalización, la transformación digital, los cambios en los hábitos de consumo… Pero también a una oportunidad única de reimaginar nuestro papel en esta nueva realidad. 

La Fundación Comercio quiere ser la voz que reflexiona, que propone, que apoya. Una herramienta al servicio de quienes creen en un modelo de ciudad más humano, más justo, más sostenible. Apostamos por la innovación sin perder la raíz; por la tecnología sin olvidar el trato cercano; por el conocimiento como motor de adaptación; por la imaginación como vía de evolución. 

El comercio no es una pieza más del engranaje urbano: es el corazón que late en cada esquina, es patrimonio vivo. Por eso, desde esta Fundación, seguiremos trabajando para que siga ocupando el lugar que merece, como símbolo de cohesión, de apertura, de futuro.

Porque creemos en un comercio que no solo vende, sino que conecta. Que no solo abastece, sino que acompaña. Que no solo resiste, sino que inspira.

Consuelo Fontecha
Presidente de la Fundación Comercio